Está bien querer agradar a los demás, ser generoso o atenderlos cuando nos necesitan, pero esto puede ser un problema si lo vivimos como una necesidad no como una preferencia, cuando el precio que tenemos que pagar es renunciar a nuestros propios valores, necesidades o identidad como individuo único y especial, el precio de nuestra amabilidad es demasiado elevado.

Os propongo un ejercicio: observar vuestros propios sentimientos, ver qué es lo que vosotros queréis, las personas que tienden a complacer a los demás están más centrados en lo que quieren los demás que en lo que quieren ellos mismos, debemos preguntarnos que pensamos nosotros de esa situación o de esa petición.

Buscar cuáles son los miedos que hay detrás de agradar a los demás como forma de comportarnos, normalmente lo que encontramos es una necesidad de aprobación, no hay control en lo que concierne a las presiones y exigencias ya sean externas o internas, nosotros mismos nos generamos esas exigencias, hay una percepción de lo que creemos que los demás esperan de nosotros.

Complacer a los demás se convierte en la fórmula mágica para sentirse valorado y para protegerte del abandono y del rechazo.

Esta actitud también tiene su origen en la evitación de conflictos, un déficit de habilidades sociales asertivas nos lleva a no saber manejar situaciones de enfrentamiento o simplemente a rechazar una demanda.

Resumiendo, complacer a los demás está motivado por miedos emocionales como miedo al rechazo, miedo al abandono, al conflicto, a la confrontación, a las críticas, a estar solo y miedo a la ira. No te permite expresar las emociones negativas que experimentas respecto a los demás.

Cuanto más te identifiques con ser amable en vez de ser franco, más dudas, inseguridades y miedos experimentarás, aunque tengas éxito en agradar a los demás, siempre descubres que tu miedo no disminuye ni se alivia, de hecho manteniendo está conducta con el tiempo se fortalecen.

Cuando lo hacemos por la incapacidad de expresar nuestras emociones negativas a los demás, como el enfado o el resentimiento, provocamos que aumente nuestro estado ansioso y deprimido. Es mejor reconocer que las emociones negativas entre personas son inevitables y que es adecuado aprender a expresarlas efectivamente, expresar la ira de manera adecuada es una poderosa herramienta para comunicarnos y minimizar los problemas y optimizar los placeres.

Os hago una pregunta: ¿POR QUÉ NO PUEDES SER AMABLE CONTIGO MISMO?

Tu pensamiento está distorsionado debido a exigencias y obligaciones erróneas formuladas mediante expresiones que incluyen el término “DEBERÍA” como por ejemplo “yo debería decirle que sí”, “yo debería acompañarle a comprar ese regalo” ,“yo debería hacerle ese favor “…..

Cuando no cumples las órdenes internas te sientes culpable, te reprochas a ti mismo por no hacer lo que “deberías “hacer.

Intenta eliminar la mayor cantidad de “deberías “de tu pensamiento y de tu vocabulario y sustituirlos por afirmaciones alternativas relacionadas con tus deseos o preferencias.( me gustaría, estaría bien..).

Práctica en el reconocimiento de que la persona cuya aceptación más necesitas eres tu mism@.

Ten la conciencia de quien eres y aprende a valorarte.

El mayor problema de creer en el poder protector absoluto de la amabilidad es que no funciona. Tu puedes ser la persona más amable del mundo y sin embargo algunas personas no simpatizan contigo….. Pregúntate si acaso si esa es la razón de ello.

“ Es curioso necesitas la aprobación de los demás, la cual obtienes cuando eres complaciente con ellos y te resistes a aprobarte a ti mismo”.

 

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