Cuando nuestros hijos van a la escuela o al instituto uno de las preocupaciones que podemos tener es que estén integrados con los demás niños y que no sufran ningún tipo de agresión. El término bullying ha empezado a estar de moda debido a los numerosos casos de agresiones e intimidaciones que se están dando en los últimos tiempos en los centros educativos.

Lo primero que debemos saber sobre el bullying es su definición. Se caracteriza por el acoso y/o intimidación del abusador sobre la víctima, dentro del ámbito escolar. El acosador disfruta sintiéndose superior al acosado y se regocija con el sufrimiento de éste. Que se repita esta experiencia a lo largo del tiempo puede traer consigo graves consecuencias a nivel psicológico.

Se considera que el rasgo que define de manera más concluyente el acoso es la situación de desequilibrio: la situación de superioridad o ventaja de quien perpetra la agresión frente a la desventaja o inferioridad de quien la sufre, lo que avala que se denomine a menudo maltrato entre iguales por abuso de poder.

Existen diferente tipos de acoso escolar:

● Físico: es el tipo más conocido y se caracteriza por el comportamiento agresivo del acosador, incluyendo patadas, empujones, golpes…Además es el más fácil de detectar porque suele dejar marcas en la piel.

● Verbal: el acosador expresa palabras crueles, insultos, amenazas, intimidación, bromas y frases excluyentes sobre la apariencia, la condición sexual, la etnicidad, la raza o la discapacidad de la víctima.

● Social: es difícil de detectar. El agresor intenta que la víctima no forme parte de ningún círculo social. La víctima termina siendo rechazada por el resto de sus compañeros.

● Ciberbullying: está en alza con la progresión de las nuevas tecnologías. En el ciberbullying se producen las agresiones (intimidación, insultos, rumores falsos, comentarios racistas o sexistas,…) a través de las redes sociales o por correo electrónico.

El acoso escolar puede dejar secuelas psicológicas importantes en el acosado: Síntomas asociados a la baja autoestima y a la depresión, como pérdida de apetito, falta de interés por las actividades que antes le resultaban atractivas (anhedonia), actitudes pasivas, trastornos emocionales, problemas psicosomáticos, ansiedad, estrés o pensamientos suicidas. También

se suman a esta lista, la pérdida de interés por las cuestiones relativas a los estudios, lo que puede desencadenar una situación de fracaso escolar, así como la aparición de trastornos fóbicos. Por otro lado, pueden aparecer problemas de sueño, irritabilidad y ataques de ira sin una causa que los justifique. Además, son muy comunes los síntomas somáticos, como dolor de tripa, pecho o cabeza, náuseas y vómitos.

Para poder detectar si un niño está sufriendo acoso escolar nos debemos fijar en una serie de detalles importantes. Para los niños es muy difícil poder hablar con un adulto, especialmente si los tienen amenazados. Son muchos los factores que llevan a que un niño interiorice sus sentimientos y pensamientos sobre lo que está viviendo y tristemente sucede con más frecuencia de la que se cree. Por ello, los adultos debemos estar pendientes de las posible señales que nos manda el menor como no querer ir al colegio de repente, cambios en su comportamiento, una conducta emocional anormal o inestable, pesadillas, aislamiento, etc.

Además es muy recomendable que al acosado se le preste ayuda psicológica, para controlar las posibles consecuencias derivadas del tiempo que ha estado siendo agredido.

 

De la ignorancia viene el miedo, del miedo viene la intolerancia. La educación es la llave de la aceptación.

Kathleen Patel.

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